Una vez estando en la universidad alguien llamó mi atención denominándome “El misterioso Carlitos”. Es interesante la velocidad para elaborar conclusiones cuando uno reacciona de impulso porque me cuestioné en milésimas de segundos:
“Cómo sabe que tengo un blog? Acaso los contados que lo saben abrieron la boca? No, entonces cómo? Se ha averiguado ya por algo que dije? Tal vez lo dije y no me acuerdo? No, imposible. Quién o quiénes más saben? Se lo habrá dicho a alguien ya o sólo se ha dado cuenta y soy el primero a quien se lo dice, sería irónico no? Tal vez es vox populi y soy más bien el último que me entero, eso sí sería irónico, pero por qué? Yo no soy nadie, bueno soy alguien pero como todos no? osea no hay razón para que importe que yo tenga un blog y menos si es un blog de alguien como yo, digo, no soy escritor ni periodista ni siquiera alguien que marque de forma popular. Tal vez él tiene un blog y me ha leído y ha concluido algo y ahora me lo dice en tono de complicidad, quizás sólo él lo sepa…no, espera, no voy a asesinar a nadie sólo porque sabe algo como esto…”
Finalmente, cuando mi corteza cerebral tomo las riendas era obvio que el título de “El misterioso Carlitos” no era nada mas que el saludo cordial de una persona intuitiva que nada sabía y que si lo supiese le importaría igual que le importa a los elefantes una reyerta de hormigas.
Este episodio, de por sí baladí, me hizo pensar en los miles de individuos que tienen un blog. Inevitablemente, no sé porqué, me hace equipararlo con los superhéroes de los comics, en el sentido de que existen superhéroes que portan máscaras, que mantienen una doble identidad, y hay otros que no, que están a libre disposición de los necesitados, todo esto fuera de que tengan o no disfraces ridículos.
Ahora bien, alguien que postea no salva a nadie (en general, porque según sé todo es posible), ni tiene superpoderes (sí, en general) pero me fascina la variedad de herramientas que es posible utilizar para darte a conocer, en forma congruente a la tendencia mundial de esa especie de individualidad gritada que ha surgido en la actualidad. Me refiero a que ahora hay mucha interacción entre alguien que escribe y alguien que lee, aunque estos dos sujetos se “vean” a través del mar de la virtualidad, e importa más, creo, el enfoque propio, el dejo personal, lo que dice uno y no sólo lo que dice una institución.
Es lógico esperar que no todos mantienen estos vínculos de forma que cualquiera pueda introducirse en la vida de uno (sea lo que fuese que se busque), entonces los hay de todo: los que dejan traslucir un currículo, los que se etiquetan de alguna manera, los que crean a otro, los que luchan por reflejarse, los pocos que lo logran, los que mantienen el frío sistema del muro con el lector, los que ignoran a este, etc.
Máscaras, eso lo resume todo, y las hay desde las que son a gusto del cliente hasta las verdaderamente inesperadas, porque en realidad en este mundo se permite y hasta se exige pluralidad. Algunos preferimos “obviarnos” en ciertos detalles, colocarnos la máscara para pasar a ser tácito, que no digan “el tipo ese de la universidad que escribe un blog” sino “el que escribe ese blog” y quede lo que se diga, se piense, se sienta y eso es todo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario