martes, julio 17, 2007

...Al revés.


El famosos artilugio de escuchar una grabación al revés no es tarea fácil, me refiero al modo, digamos “artesanal”, es decir el invertir el sentido de una cinta de cassette (para los que aún conservan algunos), puesto que sé que en alguna parte ya existen programas que invierten, deshacen, mezclan y en fin, un millón de posibilidades con una nada humilde grabación digital.

Pero bueno, el escuchar una grabación al revés, armado nada más que con un cassette y un buen reproductor de sonido como menciono, es una tarea difícil. La idea siempre rondó en mi cabeza y siempre me parecía una cosa sencilla, puesto que básicamente es reproducir el lado opuesto de la cinta magnética, pero precisamente manipular una cinta de este tipo puede quebrar los nervios de todo tipo que la funge de empeñoso. Habrá que ser sincero: la cinta pareciera que cobrase vida propia cada vez que uno cree haberla ubicado según nuestros propósitos.

Veamos, los pasos son muy sencillos, creo que en Internet uno podría encontrarlos, yo voy a describir mi experiencia.

Primero hay que hacerse de una cinta de cassette regrabable procurando que esté acumulada la cinta para un solo lado (véase dibujo: 1), grabar en ella lo que deseamos escuchar al revés y luego despojarlo de los pequeños tornillitos, (usualmente no son más de cinco).

En este punto debemos estar listos para sudar un poco o no respirar según sea el caso y el sistema simpático de cada uno. “Destapamos” el cassette, lo que nos mostrará la cinta en vivo y en directo. Ahora bien, la idea es voltear hacia el lado opuesto la cinta, como sacándola (según la linea roja punteada en 2), y lo mejor es coger, el rodete más gordo sobretodo, procurando que los dedos mantengan la cinta como una masa sólida porque sino puede terminar escapándose peor que decorado de fiesta.

Si es Ud un tipo ágil con las manos, y por sobretodo es un tipo paciente, muy paciente, no cante victoria que recién ha hecho la mitad del trabajo duro. Debería haber llegado al punto que he graficado como 3.

Bien, el asunto ahora consiste en pasar a la posición 4. Esto se logra llevando los “rodetes” de cinta en dirección de las líneas rojas. Hay que procurar tener en cuenta que la cinta que se encuentra entre ambos rodetes encaje en su espacio respectivo porque sino la cinta puede tender a levantarse y adiós paciencia (recomiendo no tener pistolas para evitar suicidios por agotamiento).

Bien ahora tape rápidamente la cinta y colóquele los tornillos, pero rápido!, no vaya a ser que se le ocurra escapar a esta cinta rebelde.

Ahora se puede notar que la dispocisión de la cinta en 4 es diferente de 1. Para evitar que se enrede durante la reproducción girar manualmente hasta acumular la cinta en el rodete vacío para que tenga la dispocisíon de una cinta normal.

Listo, ahora es reproducible.

De este modo me he entretenido oyendo canciones de los Beatles al revés. Recomiendo oir el Revolver puesto que es una experiencia única, aunque puede añadirse al catálogo canciones del Sgt Peppers (Lovely Rita, por ejemplo).

Me encanta por ejemplo oir las guitarras que estaban invertidas en I’m only sleeping , o quedarme sorprendido al descubrir que Here, there and everywhere es igual de maravillosa al revés. Ni hablar del increíble Tomorrow never knows. También suele ser interesante que Rain inicie y termine igual al derecho y al revés, le da un sentido cíclico. Por lo demás por momentos pareciera que construyeran nuevas canciones con todo y letras, sin embargo salvo algunas excepciones (en Got to get you into my life pareciese que dijese por momentos “my guitar”, pero bueno ese es otro asunto), a mi me sonaba más a alemán.

viernes, julio 13, 2007

La clonación del inválido rey


Hubo un tiempo cuando era más muchacho, en que jugaba a menudo ajedrez con mi hermano. Bueno, no soy un tipo que sepa mucho del juego en sí, me refiero a ser un buen jugador, pero es innegable que el atractivo del juego esta en lo imprevisible, de lo que se deduce que jugar con personas que te ganen es más fascinante que con alguien al que siempre le ganes. El desafío es seductor.

Bueno, en mi casa el que ganaba a todos siempre fue mi papá, y yo, modestia al tacho, le ganaba con regularidad a mi hermano, pero igual matábamos bien el tiempo jugando hasta el cansancio.

Ahora bien, cuando nos cansábamos proponíamos juegos alternos usando las piezas de ajedrez, de lo cual se sacaban desde verdaderas estupideces hasta laboriosos rumbos. Me refiero a que por ejemplo jugábamos colocando sólo peones, algo tonto, porque se convertía en una carrera hasta la otra línea para obtener a cambio la ansiada reina que terminaba tragándose de un porrazo a toda la línea contraria.

Otra variante era colocar la mitad de las fichas reglamentarias, por ejemplo un caballo, un alfil, el rey y sus respectivos peones, siendo distinta también la disposición en el tablero desde el inicio.

Y así miles de combinaciones, algunas con desenlaces frugales, hasta eternas persecuciones de una sola ficha con su rey contra un escurridizo rey contrario. Creo que siempre terminaba en una caza eterna o en un voraz y breve canibalismo, producto, quién sabe de inexperiencia o de necesidad de otra vuelta de tuerca al juego.

De esas variantes, divertidas en esencia, siempre me quedó una inquietud. En realidad una tonta posibilidad, que sin embargo creo valedera, y es más exijo se tome seriamente en cuenta.

Dentro de las reglas del juego, si un peón llega al lado opuesto del tablero, tiene derecho a “evolucionar” por así decirlo a otra ficha, o sea uno puede trocarla por otra, cualquiera…excepto - y acá viene el detalle – el rey.

De acá se desprenden dos asuntos. El primero versa sobre el hecho de que el fin del juego, o mejor dicho el ganador es el que logra dar “mate” al rey (cosa paradójica porque nunca llega a morir el rey, sino que se encuentra en una situación tal que está atrapado). En este sentido no podrían haber dos reyes que matar.

El segundo asunto es obvio, ya que nadie en su sano juicio trocaría un peón por un raquítico, vulnerable y casi inválido rey, teniendo la posibilidad de cambiarlo por una poderosa y despampanante reyna, un sabelotodo y ágil caballo, una maciza y objetiva torre o incluso un afilado y letal alfil.

Bueno, he dicho nadie en su sano juicio, pero porque no dejar al libre albedrío tal decisión? Cabe la posibilidad infinitesimal de que uno se encuentre en una situación tal que tener un segundo rey en el lado opuesto del tablero prolongue la muerte de este, como tenerse un clon de reserva. Digo no es lo más frecuente pero como ocurre en medicina, uno debe tener la posibilidad presente no?

Por otro lado fuera de la situación extrema a la que me refiero, y en caso de una inevitable estocada del contrario, un segundo rey hace más poética la muerte, como si resucitase de entre los muertos para dirigir (sin duda que sería un rey singular en ajedrez) a sus tropas a luchar, de hecho ante una batalla ya perdida, pero arengándolos a morir luchando, con dignidad.

Esa locura debería ser valedera.