domingo, abril 22, 2007

Siempre sangra


"-Vamos, de que trata en realidad ése cuento?
-De que trata? Pues no sé, de que quieres que trate? El asunto mismo de un cuento no es acaso que nadie te pueda decir “trata cien por ciento sobre esto”? Quizás es una propuesta apocalíptica, tal vez una crónica policial, tal vez es una historia retorcida de amor, quizás tan sólo trata de soledad.

Silvia mira expectante, luego sonríe.

-Sí, pero toda historia tiene el trasfondo ineludible de alguien que la ideó. Me refiero a que después de todo el tipo estaba obsesionado con saber, “el conocimiento es aborrecible en determinadas circunstancias” llega a decir en un momento. Y luego esa fijación con la sangre…
-Bueno, tal vez yo sea un tipo que le guste salir por las noches a demostrar si sus semejantes en verdad sangran o no, no exageres.
-Sabes que no quise decir eso, quería saber quién eras tú en realidad.

Silencio.

-No lo sé. Quizás escribí la historia pensando que lo sabría, o quizás sólo quería crear un mundo pequeño donde estuviésemos ambos juntos al fin.
-Pero al final estamos juntos acá no?, bebiendo este café al aire libre, …como en el cuento.

Él sonríe. Sí, como en el cuento, sólo que no voy a tomar ningún cuchillo y ella siempre sangra.

-Sí, bueno, pero ponte en el caso que esto no es real, que estamos en una ficción y tú eres una deformación de un ser real, que todas estas circunstancias esconden un trasfondo real.

Silvia lo mira comprensiva, quizás con la misma mirada con la que miraría a un hijo si fuese madre, como queriéndolo cobijar de las desgracias aún sabiendo que debe mantenerse al margen pero cerca, para que aprenda a levantarse por sí mismo.

-Si no hay manera de saberlo, importaría?

Silencio.

…….

Es otoño, algunas hojas caen como una lluvia parsimoniosa y melancólica mientras ambos caminan por el parque. Están juntos por fin, y sin embargo a él le ronda ésa idea. Procura pisar algunas hojas secas y marchitas que han quedado en el suelo, es como una especie de costumbre, le encanta cómo suenan debajo de sus pies. La mira. Es tan espectacular ver su cabello sacudido suavemente por el viento, le parece tan trillada pero mágica ésa figura. Sí es ella, no cabe duda, no esta soñando, no es un sueño. Aparentemente.

Se sientan en una banca vacía justo cuando una paloma empieza a cantar.

-Si esto fuese un cuento…

Silvia tuvo una extraña sensación, como un dejavú, pero no, no era exactamente eso.

-Si en verdad todo, estas bancas, el café que bebimos, tú, si todo eso fuese falso quizás nosotros estamos destinados a hacer algo o dejar de hacerlo, no crees?
-Si fuésemos falsos, si por lo menos yo fuese irreal, quizás esta historia trata de alguien como tú, tratando de eternizar a alguien como yo en un cuento.
-Entonces, ésa persona intenta que yo sea feliz de alguna forma en este instante.

Aquella sensación no desaparece, es como estar en una cápsula que gira y gira como enloquecida, pero uno esta dentro sin saber que aquello ocurre.

-Entonces, qué vas a hacer o dejar de hacer al respecto ahora?

…….

El universo es incomprensible para los hombres porque lo ven con ojos que solo captan un espectro reducido de la luz, porque solo perciben en cuatro dimensiones, porque no existe un tope microscópico o macroscópico que los ayude a definir eso que algunos llaman Dios.

Tal vez todo esta escrito, trazado de antemano. Tal vez existimos en un diminuto instante, y entonces hay un principio y un término.

No podemos saberlo.

Él la besó.

Y ella supo qué era todo esto. Sus labios sintieron los de él. Una lágrima bajó por su mejilla.

Cuando se es un personaje uno sigue el libreto. Cuando se es parte de un cuento y se logra saber eso uno calla, mantiene sus labios pegados a otros, sobretodo cuando uno es parte de un inevitable punto final."

lunes, abril 09, 2007

Otra vez Ben-Hur


Ben-Hur es la historia de un judío al que le friegan la vida por una teja mal colocada de su azotea. Ese es el pretexto para el inicio de un periplo a lo Ulises en la que el personaje principal tiene que luchar contra la rabia, la injusticia, y el deseo de venganza para encontrar al final de su viaje la paz interna a través del perdón hacia los demás.

En realidad depende de cómo se le quiera enfocar, a mi me agrada la poesía que encierra, y que se refleja a través del rostro de los actores - en especial el de Charlton Heston - sus propias incertidumbres, sus maneras heterogéneas de pensar, sus propias contradicciones, todo queda retratado en un breve gesto, una mirada. Así, por ejemplo, basta una breve escena en la que Judá le da permiso a su esclava de desposarse, para dibujarnos el amor secreto que guardan ambos personajes, la mirada de ella, atenta, congelada, iluminada, mirando los ojos de Judá, triste porque tiene que dejarla ir.

Charlton Heston, a través de las películas en las que actúo - además de tener un aire a mi papá - siempre reflejó el hombre fuerte que soporta calamidades de todo tipo, el luchador que es capaz de enfrentarse a ejércitos (“El Cid”), el tipo designado a conducir el pueblo de Dios hacia la tierra prometida (“Los Diez Mandamientos”) e incluso afrontar apocalípticos futuros (“Cuando el destino nos alcance”, “El planeta de los simios”).

Sin embargo no es el héroe que se las sabe todas, ni que asume el rol de salvador absoluto, no es el Keanu Reeves de los 60’s, porque Heston en general se mantiene en su futuro inmediato, ajeno a lo que vendrá, afronta sus desgracias con el rostro levantado, o aprende hacerlo y lo hace por los seres que ama, movido por el espíritu de su nación en muchos casos.

El momento más memorable para mí en la película Ben-Hur y que siempre me conmueve, se encuentra cuando, Judá, reducido a lo más bajo como esclavo, cansado, con sed de agua y de venganza, vistiendo harapos y con los pies ensangrentados, se deja caer al suelo derrotado, y clama la ayuda de Dios.

En ese momento unas manos acarician su cabeza y le acercan un poco de agua. Judá bebe instintivamente, calma un poco su sed física y luego mira al dueño de aquellas manos.

Su mirada se congela ante la grandeza de los ojos del extraño, privados a nuestros ojos, quién es este hombre? Parece decir su rostro confuso y a la vez aliviado, porqué me reconforta el agua que me da?, como si no le diese agua sino fuerzas para seguir.

Es la respuesta de la esperanza.

Y entonces un soldado romano trata de alejarlo pero al intentar insistir se topa con el rostro del desconocido. El soldado se siente confuso, parece cuestionarse no solo la presencia de aquél extraño sino el sentido mismo de su existencia.

Y Judá parte, sin comprender, pero sabe que seguirá, que ya no desfallecerá en el camino, aunque ignora la razón de tan mágico prodigio.

Luego, ya casi finalizando la historia y habiendo recorrido años tormentosos, de haber bebido de la gloria pasajera, haber sufrido infinidad de injusticias y saboreado la venganza para comprobar que es el trofeo más decepcionante cuando se llega a poseerlo, cuando piensa que la ira y el absurdo va a consumirlo, se topa nuevamente con el extraño que lo ayudó, Jesús era su nombre.

En esa ocasión Judá le da de beber así como lo hiciera aquél años atrás, y volvería a ver aquellos ojos que encendieron esperanza en él alguna vez. Sólo que esta vez Judá comprendería y por fin aprendería que el perdón, para con los demás y consigo mismo, lo llevaría a ser verdaderamente libre.