martes, marzo 13, 2007

Sólo 3 deseos?


Algo que siempre me molesto de las series como “Mi Bella Genio” o “Hechizada” era la estupidez de las parejas de las protagonistas. Me refiero a que si uno llegara a encontrarse con por ejemplo una Genio (entiéndase, ente sobrenatural capaz de sacarle la vuelta a las leyes físicas para hacer posible precisamente cosas imposibles), al margen de las relaciones sentimentales que pudiesen surgir, uno no podría ser tan tonto de dejar de pedir deseos a diario, si la imaginación lo permite.

En ningún caso sería uno un papanatas como el Mayor Anthony Nelson, que mantiene frustrada la desbordante necesidad de complacencia para con su amo de aquél amuleto que es Jeannie. Y este astronauta esta en falta, porque mira que tocarle un Genio mujer y encima hermosa, es para ahorcarlo.

Una situación idéntica a la de Darrin, en Hechizada, porque, en que cabeza puede caber la actitud insensata del esposo de Samantha, de prohibirle usar sus poderes de bruja, cuando más bien lo racional es que, si ella desea ayudar de una forma, digamos, poco convencional, uno aliente este tipo de afortunado don.

Es como si el universo se hubiese confabulado para premiar a los tipos menos imaginativos e entusiastas para aprovechar su suerte.

Pero bueno, específicamente el asunto de los deseos me fascina. La posibilidad de pedir lo que le plazca a uno. Es como para pensarlo toda la vida o quizás es tan simple como tener un anhelo constante metido en la cabeza esperando una oportunidad para su realización.

Hablo de imposibles, como aquél escritor que le pide a Dios que detenga el tiempo sólo para culminar su libro, aunque nadie pueda saber nunca de su existencia o aquél otro tipo que pide no haber flaqueado en el campo de combate antes de morir y entonces existe una recatafila de hechos históricos que hay que corregir para hacer posible dicho prodigio.

Realizar un imposible, requiere modificaciones sencillas en algunos casos, quizás en sistemas del universo aún no comprendidos en su funcionamiento, lo que me lleva a concluir que en realidad no existen imposibles sino que existe desconocimiento en el mecanismo para llevarlo a cabo, ser Dios.

Ahora bien, le da un aire de sublime el hecho constante de que sean 3 deseos los realizables cuando uno se topa con algún duende, pozo de los deseos, Genio, dragón, o cualquier otra cosa fantástica que sea capaz mediante alguna sencilla condición (atrapar al duende de la olla de oro al final del arco iris, frotar una tetera que en alguna parte del mundo llaman lámpara, etc) realizar tal hazaña.

3, número divino sí, bueno pero es para amargarse que nunca valga por ejemplo la inteligentísima y sabia decisión de pedir tener deseos ilimitados. “No, no se vale!” Te dirá tu Genio, “así no son las reglas” dirá el duende. Y entonces uno tiene que limitar el mundo a tres deseos que sean en verdad grandes para que uno no sienta que se ha arrepentido.

De este modo se pueden plantear dos caminos, uno es el general que hay que tomar si uno se encuentra obnubilado, en peligro o es desmerecido mentalmente, y el otro es el personal, que requiere un análisis riguroso además de un tiempo prudencial.

El primer camino es sencillo porque señala 3 ítems específicos que aunque muy ambiguos, posibilitan una elección sensata: se pide sabiduría, amor, y fortuna. Bueno, es lo que a mi parecer es sensato, aunque creo que con el primer ítem, si es cumplido adecuadamente, lógicamente uno puede quedar como el sujeto del video de la canción “Just” de Radiohead y no necesitar nada más.

Aunque ahora que lo pienso cualquiera de los ítems cumplidos adecuadamente bastan para obtener los restantes (aclaro que ninguno de ellos hacen referencia a superfiacilidades, así sabiduría no implicará saber de memoria varios libros, ni amor se refiere a coito, ni fortuna a dinero). Evidentemente si el ente que complace los deseos es medio, digamos, lelo, las consecuencias son responsabilidad del usuario.

Pero si uno opta por el segundo camino, que es del que piensa concienzudamente sus deseo debe plantearse qué es lo que necesita realmente, qué es lo que quiere con anhelo loco, y acá todo vale, desde la capacidad de convertir las cosas en oro o de volar, pasando por regresar en el tiempo hasta un determinado momento o volver a nacer, hasta convertirse en una nota de guitarra o desear que tu compañero sea un burrito mexicano (eso creo que lo pidió alguna vez el ratón Speedy González mirando al Pato Lucas).

Digamos que es el camino ideal, y los deseos pedidos de esta forma no pueden compararse, nadie tendrá derecho a cuestionar a nadie por más estúpido o insignificante que le pueda parecer. Porque yo creo en realidad que todos deseamos en la misma medida cosas distintas, hablando de los deseos mayúsculos de cada uno, comparables sólo como no pueden serlo las personas mismas.