lunes, mayo 22, 2006

No soy un parásito

El inocente pajarito en mi jardín

Este inocente pajarito se creyó hijo de gorriones. Todo fue sencillo, rompió el cascaron y allí estaban su hermano gorrión, su mamá gorrión, su papa gorrión, qué podía ser él sino un...ajá, un gorrión.

Así serían entonces las cosas, sus padres lo alimentarían, lo cuidarían, le enseñarían a volar y de vez en cuando pasearían todos en familia por mi humilde jardin.

La familia en pleno: mamá, papá, el protagonista de este post y su hermano.

El tiempo inmutable pasaría viéndolo crecer, más grande que el hermano, que mamá, que papá...un momento, acá hay algo raro. No, definitivamente eso no es un gorrión. Pero quién le dice que no lo es, quién le dice que tal vez es un tordo o que se yo otro tipo de ave parásita, sí porque así se les llama a las aves que ponen sus huevos en el nido de otras para que las críen. Parásito, eso es en esencia. Eso le diría todo el mundo(mi mamá diría: conchudo!).

Lo curioso es que un pájaro no se puede ver en un espejo, y aunque pudiese no "comprendería" lo que ve. En cambio a papá, a mamá, no parece preocuparles que sea más grande, de otro color, que cante estruendosamente para pedir su alimento, es su hijo....y eso es lo único que importa.

sábado, mayo 13, 2006

Más allá de un reloj


Cuando era niño pasaba largos ratos contemplando el reloj colgado en la pared del comedor, tenía la idea de que la aguja del horario sólo se movía si uno no la observaba. Es curioso cómo el tiempo parece reducirse a medida que uno tiene más años encima, la vida se fragmenta en intervalos de horas y minutos para tal o cual cosa y al final uno se ve corriendo, arrastrado por todos.

Sin embargo existen momentos mágicos en los que uno pareciera estar sobre el tiempo, como cuando viaja en el micro, combi, bus o lo que sea. Si uno va contemplando todas esas casas, letreros, tiendas, con toda esa gente pasando ante tus ojos, pero uno no los ve sino que esta en otra parte, suele sentirse que se ha estado allí toda una vida cuando tal vez sólo pasaron un par de cuadras.

Y es que cuando veo pasar ante mí una infinidad de pensamientos que son incongruentes con el tiempo medible, científico, objetivo que nos envuelve, me siento satisfecho de no ser sólo un artefacto en este planeta.

Igual satisfacción siento cuando en la soledad me concentro en una canción y entonces el “She said, she said” de los Beatles me basta para sentir que hay algo mas allá de mis inervaciones periféricas, de mis diámetros anatómicos, de mi materia.

En “El perseguidor”(Julio Cortázar) el personaje del cuento, Johnny Carter trata de explicarle ciertas sensaciones parecidas a su biógrafo cuando interpretaba sus composiciones de jazz, “..viajar en el metro es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo se que hay otro, y he estado pensando, pensando…” …Idem.

Y en otro momento dice algo totalmente alucinante: “…si yo pudiera solamente vivir como en estos momentos, o como cuando estoy tocando y tambien el tiempo cambia (…) Entonces un hombre, no solamente yo sino ésa y tú y todos los muchachos, podrían vivir cientos de años, si encontráramos la manera podríamos vivir mil veces más de lo que estamos viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de minutos y de pasado mañana…”