domingo, enero 27, 2008

Mágico y misterioso Daltonismo


Cuando era niño dibujaba todo el tiempo y mis padres siempre me procuraron papeles para tal fin. Recuerdo que mi papá traía documentos de su trabajo que ya no servían, y yo dibujaba en el reverso. Algo para lo que siempre fui flojo fue para colorear, me gustaba dibujar en blanco y negro y dejarlo así. Pero luego venía alguien y me decía Por qué no lo coloreas? Entonces tomaba algún color y me ponía a colorear no muy emocionado. El resultado era poco satisfactorio porque terminaba coloreando los troncos de los árboles de verde o las hojas de marrón.

Nunca le di importancia a ese pequeño detalle que en cierta manera era indefinible para mí. Me refiero a que aducía dicho “problema” (porque para mi no lo era) a no haber aprendido a identificar con precisíon los colores cuando niño, era como cuando me colocaban una liguita en mi muñeca derecha para identificar que era derecha. Creo que el asunto es que siempre me han parecido innecesario aprenderme cosas que tal vez el tiempo a la fuerza hará que aprendas (tablas de multiplicar, números telefónicos, etc), pero claro redundando en esta idea precisamente estas cosas uno las razona de grande no de infante.

Bueno, no era un problema para mí, pero ciertamente era una dificultad para hacerme entender entre el resto de mortales. “Sí, es un bus gris..”, “Gris? Pero si es verde” “Bueno, un verde plomiso o un plomo verdoso medio azulado…” y luego las risas de tamaña estupidez.

Ahora se que mis sospechas eran ciertas. Tengo cierto grado de Daltonismo, ceguera para ciertas tonalidades entre el verde y rojo. No es oficial, es decir no he ido a un Oftalmólogo para que me haga el test, para que me coloque el diagnóstico definitivo. No importa, yo distingo claramente los colores del semáforo (en realidad yo nunca necesito los semáforos porque en Lima nadie los respeta, yo cruzo la calle cuando la fila de carros se detiene completamente, es es todo), sé distinguir el tipo de secresiones que aparecen en una herida operatoria, etc.

Mi vida no ha cambiado en realidad, sigo siendo el mismo tipo de siempre.

Miento.

En realidad, me siento un poco especial, supongo que es la sensación de que no veo el mundo de la misma manera que la gente común. Eso me tranquiliza.